Ricardo Alemán
El Universal
Itinerario Político
20 de agosto de 2006
Usa declaraciones de Ahumada, pero le impide entrevistas
Interrogatorio en Cuba, para reforzar protesta de AMLO
De entre las leyes de la física, la tercera de Newton se ha convertido en una verdadera "ley de la política". Dice Newton: "A toda acción corresponde una reacción igual pero en sentido contrario". Es decir, que a toda presión o acontecimiento político corresponderá siempre una respuesta de la misma magnitud que la primera, pero en sentido contrario, a manera de respuesta.
Lo que presenciamos con la difusión de nuevos videos, editados del extenso interrogatorio que el gobierno cubano le hizo a Carlos Ahumada -que confirman no sólo la corrupción del primer círculo del gobierno de AMLO, sino que esas evidencias fueron utilizadas en su momento por círculos del gobierno de Vicente Fox para debilitar la imagen del entonces jefe de Gobierno-, no es más que eso, una respuesta desesperada del equipo de AMLO, a quien si bien no pudieron eliminar de la carrera presidencial con los videoescándalos y menos con el "desafuero", sí derrotaron los electores en las urnas.
La difusión tardía de esos nuevos videos son la respuesta del equipo de López Obrador a una realidad que se abre paso, a pesar de la confusión deliberada sembrada por el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, y que en los hechos no ha sido más que un verdadero complot contra las instituciones electorales mexicanas. Incluso hay quienes ya señalan esa maniobra de AMLO como "golpe de Estado" contra esas instituciones.
En efecto, los videos muestran a un Carlos Ahumada revelando el entramado perverso de un puñado de funcionarios públicos de primer nivel del gobierno "del cambio", los que junto con la poderosa televisión privada hicieron estallar el escándalo de la corrupción del gobierno de AMLO con fines político-electorales. En realidad nada nuevo respecto a lo que ya se sabía del escándalo.
Pero esos nuevos videos podrían resultar contrarios a la causa que se busca, ya que dejan más preguntas sin responder y hasta pueden llevar a la confirmación de otras variables hasta el momento no exploradas. Nos referimos a la corrupción del gobierno del DF, también con fines político-electorales y, sobre todo, a la intromisión del gobierno cubano, en el más reñido de los procesos electorales mexicanos.
¿De parte de quién?
Pero vamos por partes. Todos saben que en los primeros meses de 2004 el empresario Carlos Ahumada se refugió en Cuba, presuntamente a recomendación de Carlos Salinas, en donde el otrora amigo del ex presidente mexicano, Fidel Castro, le daría protección. En efecto, Carlos Ahumada entró a Cuba sin ningún problema y durante semanas dirigió desde la isla su defensa por los videoescándalos, al grado de que era visitado por abogados, familiares y personas cercanas. Eso lo sabía el gobierno cubano, en cuyo territorio nadie se mueve sin su aval y el ojo experto de sus espías. Todo indica que en efecto, el régimen de Castro había aceptado asilar a Ahumada.
Sin embargo algo pasó, algunos hilos se movieron y, repentinamente, Ahumada pasó de asilado político a petición de un influyente amigo del presidente Castro, a perseguido. Fue detenido y sometido a un extenso interrogatorio, al estilo del gobierno cubano. De ese interrogatorio forman parte los cuatro minutos de revelaciones que el pasado viernes fueron difundidos. La crisis que provocó la detención de Ahumada y su prolongado interrogatorio se convirtieron en un conflicto diplomático que tensó al máximo las relaciones diplomáticas entre México y Cuba. Para nadie es un secreto que la diplomacia entre los dos países sigue en un momento de máxima tensión, cercano a la ruptura.
Desde entonces era claro que el gobierno de Castro brindaba todo su respaldo al entonces precandidato presidencial y jefe de Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador -apoyo que también ofreció el presidente de Venezuela, Hugo Chávez-, y que algo se había fracturado entre la relación del ex presidente Salinas y Fidel Castro. Se sabía de la existencia del interrogatorio de Carlos Ahumada en Cuba, y el propio gobierno de la isla había usado fragmentos de ese interrogatorio para cobrar facturas al gobierno de México. Incluso el propio gobierno mexicano solicitó, sin éxito, una copia de las grabaciones del citado interrogatorio.
El asunto pasó a segundo plano cuando López Obrador superó no sólo los videoescándalos, sino el desafuero, y se convirtió, finalmente, en el candidato presidencial de la mal llamada izquierda mexicana. Había ganado su grito de campaña: "¡Que le ganen en las urnas!". Y en efecto, el 2 de julio le ganaron en las urnas, a pesar de la engañosa y hasta tramposa campaña de que se cometió un supuesto fraude electoral; fraude que por cierto nadie ha podido comprobar.
Preguntas sin respuesta
Pero repentinamente, cuando una buena parte de la opinión pública nacional y la mayoría de la prensa internacional han llegado a la conclusión de que el supuesto fraude no existe más que en el imaginario de AMLO y de sus generales -y de un sector duro de sus fieles-, reaparecen nuevos videos de la corrupción y López Obrador se monta de nuevo en la estrategia del complot. Pero al mismo tiempo aparecieron muchas preguntas también sin respuesta.
¿Quién puso en manos de AMLO y del PRD parte del interrogatorio que le hizo la policía cubana a Carlos Ahumada? ¿Cuál es la intención política de esa filtración? ¿Por qué ahora, y no antes, en los previos al 2 de julio? ¿Quién, del gobierno cubano, está interesado en la defensa política de AMLO? ¿Cuál es el papel, en esa estrategia, que juega el presidente venezolano, Hugo Chávez?
Resultaría ingenuo suponer, por decir lo menos, que el PRD y AMLO son ajenos a esas filtraciones, sobre todo porque se trata de un video editado en el que sólo se exhibe lo que beneficia a la causa de López Obrador. Está claro que el gobierno de Cuba sigue ofreciendo todo su respaldo a López Obrador y que ese gobierno le apuesta no sólo a la crisis política que ha generado la postura de AMLO, sino que está dispuesto a ofrecer todo lo que sabe y todos sus oficios para empujar la insurrección de AMLO y de llegar al golpe de Estado que en la práctica el candidato de la coalición Por el Bien de Todos le ha asestado ya a las instituciones democráticas.
Es reveladora la declaración de AMLO, horas después de que se conocieron las nuevas filtraciones. Dijo López Obrador: "Si así es como se procede, nos tienen que entregar la Presidencia de la República". ¿Qué quiere decir esa declaración? Es bastante clara; es la confirmación de que López Obrador no iba por la Presidencia por los cauces de la democracia, en donde gana el que obtiene más votos, sino que su estrategia era la de arrebatar el poder por los métodos que fueran, incluso por encima de la destrucción del entrañado legal que soporta la democracia electoral mexicana.
La filtración de los nuevos videos confirma que la mano del gobierno cubano está presente en el proceso electoral mexicano, y que ahora se intenta presionar al Tribunal Electoral para que declare la anulación de todo el proceso. El argumento es precisamente ese, que sin importar la elección, el resultado, sin importar las instituciones electorales y el propio Tribunal, AMLO debe ser presidente, por razones morales, porque su causa es la causa justa. En pocas palabras, se intenta un golpe de Estado a las instituciones y la imposición de un gobierno "popular", con el apoyo de gobiernos extranjeros, como el de Cuba y acaso el de Venezuela.
Existen versiones de que el PRD tenía en sus manos una parte del interrogatorio de Ahumada en Cuba -un interrogatorio nada confiable por el descrédito no sólo del interrogado, sino de los interrogadores- que no había sido utilizado porque AMLO y sus leales ya daban por descontado que ganarían el 2 de julio. Esa versión parece poco creíble, porque de haber existido antes se habría hecho pública inmediatamente después del 2 de julio e incluso habría sido parte del expediente para reclamar la nulidad abstracta de la elección. No, por la forma y por el fondo, se puede aventurar que se trató de un hallazgo de reciente manufactura. Y para guardar toda posible pista, se recurrió a mensajeros afines.
Preso político
Pero además resulta ridículo, de risa, y hasta un insulto al sentido común y a la inteligencia de los ciudadanos y los electores, que López Obrador y el PRD pretendan convertir a Carlos Ahumada en escudo para justificar el presunto complot en su contra -mediante una declaración arrancada por la policía cubana en donde los derechos humanos son letra muerta y el Estado violenta todas las garantías individuales-, cuando en México, en el arbitrario Gobierno del Distrito Federal, el jefe de Gobierno López Obrador ordenó que el propio Carlos Ahumada fuera mantenido en calidad de preso político, sin derecho a presentarse a los medios para ser entrevistado y para ofrecer su verdad. En las cárceles del Distrito Federal, por instrucciones de AMLO, primero, y de Alejandro Encinas, después, al señor Ahumada se le ha impedido que diga lo que sabe sobre los videoescándalos, sobre la corrupción en el gobierno de AMLO, sobre su huida y posterior detención en Cuba, sobre la forma en que fue tratado en la isla y cómo se obtuvo la declaración que hoy utiliza AMLO para su causa. ¿Por qué no le permiten hablar? ¿A qué le temen AMLO y el PRD si Ahumada ofrece una entrevista?
Está claro que el señor Carlos Ahumada no es una hermana de la caridad, que es un empresario que se enriqueció a partir de todas las malas artes de la política, del contubernio entre empresarios y servidores públicos. Pero también es cierto que el señor Ahumada fue uno de los mecenas de una buena cantidad de políticos del PRD, probablemente del propio AMLO, en su campaña como candidato a jefe de Gobierno del Distrito Federal. Existen evidencias y declaraciones del propio Ahumada de que reaccionó con los videos de la corrupción porque un grupo de perredistas vinculados al grupo de AMLO pretendió extorsionarlo.
Pero lo peor es que AMLO y sus leales, con la ayuda de aliados mediáticos, pretendieron desviar la atención sobre el corazón de los escándalos de la corrupción; que no es otra cosa que esa, el dinero que de manera ilegal e inmoral se manejó desde la administración de AMLO a través de sus escuderos, como René Bejarano, Carlos Ímaz y Gustavo Ponce. ¿Qué se sabe del origen y el destino del dinero que a puños se llevaron Bejarano, Ímaz y Ponce? Nada. El GDF simuló una investigación que terminó con unos meses de prisión para Bejarano -encarcelamiento en el que gozó de todos los beneficios, mientras que Ahumada era tratado como preso político-, en tanto que Ímaz sigue tan campante, como si nada. ¿Qué hay de Ponce, el hombre que derrochaba millones de pesos en Las Vegas? Resulta otro insulto a todos, sean o no simpatizantes de AMLO, que en su momento el ex jefe de Gobierno haya dicho que no estaba enterado que su secretario de finanzas era un pillo, que haya facilitado su huida, y que ahora salga con el cuento de que se trata de un complot.
Y lo más simpático, que sería de risa si no es por el agravio a la sociedad entera, es que hoy la esposa de René Bejarano, la diputada Dolores Padierna, y el señor Carlos Ímaz, que es el esposo de Claudia Sheinbaum -quien a su vez es la más cercana colaboradora de AMLO-, sean los puntales de la resistencia civil, de los plantones, y que sean responsables de la movilización contra el supuesto fraude. Parece que son muchos los mexicanos, los simpatizantes de AMLO que no quieren ver que sin corrupción, como la comprobada en turno a López Obrador, no habrían existido los videoescándalos y no habría elementos para tal persecución.
Por eso no es descabellado señalar que el otro complot, el verdadero complot es el que mediante un monstruoso engaño colectivo pretende imponer el señor López Obrador. Y en efecto, son muchos los mexicanos que se han tragado el cuento del fraude, de la persecución perversa, pero el tiempo pondrá a cada quién en su lugar. Al tiempo.
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